Repasar la propia historia, una y otra vez, borrar, tachar y reescribir, reordenar los hechos, hasta encontrar las palabras que estén a la altura de nombrarlos y dar sentido al relato, hasta esbozar una versión definitiva o que, al menos, nos conforme por un tiempo y permita al caos ordenarse, permita dar forma a lo que fue para volver a dar un paso en algún sentido incierto, para volver a andar lo nuevo conocido, lo nuevo desconocido y lo que aún no ha sido nombrado…